sábado, 24 de mayo de 2008

Noches blancas

Noches blancas es una novela corta, o un cuento largo, de uno de los grandes maestros de la literatura universal: Fedor Dostoievsky. Fue escrita en 1848 y la editorial Club Internacional del libro volvió a publicarla en 1997, junto con Nietoschka Niezvanova, en una bellísima colección, digna de los clásicos de la literatura.

En Noches blancas, con ese enorme conocimiento que parece haber adquirido sobre la naturaleza humana, como lo demuestra en novelas como El jugador o Crimen y Castigo, Dostoievsky reúne con maestría varios elementos muy sencillos para componer una obra que logra estremecer: un solitario soñador, una noche de domingo –descrita de forma universal-, una joven a la espera del amor prometido. Estos elementos son mezclados a lo largo de 39 páginas y combinando la narración con diálogos extensos, el escritor ruso logra crear una atmósfera cargada de un misticismo propio del protagonista -un soñador que algunos identifican con el propio Dostoievsky-, un romanticismo que hasta cierto punto logra engañar, y un impacto final devastador, desbordado en media página en que la naturaleza humana hace recordar la finitud de lo que se cree es infinito.

Es un libro que vale la pena leer, sobre todo para aquellos lectores a quienes la prisa de la vida, y la invasión del consumismo y la masificación, en la intimidad de sus hogares les hace difícil recordar lo que eran las noches de una época inocente.

Como siempre, un par de fragmentos valen más que mi propia interpretación:

"Hermosa era la noche, tal y como no puede menos de ser cuando somos jóvenes, amables lectores. El cielo estaba estrellado y tan claro, que, al contemplarle, uno no podía por menos que exclamar: "¿Es posible que, bajo tan bello dosel, vivan seres llenos de cólera y de veleidad?" La pregunta es ingenua, excesivamente ingenua, amables lectores; pero que !el Señor haga que salga a menudo de vuestras almas!... Y ahora que hablo de hombres veleidosos y corroídos por la envidia, examino mentalmente mi conducta durante la jornada de hoy. Desde bien temprano una extraña tristeza llena mi alma. Paréceme que todo el mundo me abandona, que todos huyen de mí."

....

“Hay un no sé qué de indefinible, de emocionante en la Naturaleza de San Petersburgo, en el momento en que estallan con toda su potencia los albores de la primavera, cuando resplandece por la belleza de su cielo y cuando sus flores brillan con toda su plenitud. Dijérase una de esas vírgenes enfermizas que contemplamos a veces con piedad, tal vez con amor, que en diversas ocasiones nos pasan desapercibida; pero que, de improvisto, encontramos tan bellas, que nos preguntamos llenos de admiración, estupefactos: “¿Qué fuerza es la que hace que esos ojos tristes y soñadores brillen con tal fuego? ¿Qué sentimiento llena su pecho? ¿Qué pasión embellece los rasgos finos de su rostro?” Miramos a su alrededor, buscamos a alguien, adivinamos… Y el instante se desvanece, y tal vez mañana veremos la misma mirada perdida y soñadora, el mismo rostro pálido, los rasgos de una tristeza mortal que llora con efímera pasión. Y nos afligimos porque esa breve belleza haya desaparecido para siempre, y lamentamos el no haber tenido si quiera el tiempo para amarla.”

Noches blancas. Fedor Dostoievsky
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