miércoles, 19 de septiembre de 2007

La muerte más allá de la muerte

Creo que, más allá de lo que diga la ciencia con todos sus adelantos en neurología, los sueños siempre han sido y serán un enigma. Podemos controlar nuestros pensamientos pero nunca nuestros sueños. No sé si alguien ya haya alcanzado el método para hacerlo, matando de esa forma la concepción romántica que aún vincula mi existencia con la magia y la fantasía. Mientras no aparezca ese alguien prefiero aferrarme a la idea de que los sueños son alguna clase de existencia paralela donde transita nuestra alma. No importa que aquello que aquí llamo “alma” sea en el mundo posmoderno una proyección de nuestro inconsciente. Por ahora, valga saber que la ciencia está en crisis y que la física cuántica cada vez se aproxima más al límite en el que la ciencia y la fe se encontrarán de frente. No soy creyente y esa es una postura que defiendo firmemente. Sin embargo, tengo la esperanza de que en medio de este caos se está tejiendo el camino que nos llevará a un reencantamiento del mundo, y que en un futuro habremos de aceptar humildemente formas de conocimiento diferentes a las racionales. Como ven, sin quererlo, el camino de los sueños me ha traído hasta este punto. Y quisiera extenderme más, pero hoy no quiero pensar en la física cuántica ni en la fe, ni en la modernidad ni el mundo encantado. Hoy sencillamente quería tratar de recuperar con las palabras un sueño que he tenido anoche –o esta madrugada-. En mi sueño a mi vez dormía y tenia otro sueño. Un teórico trataría de definir esto como un “metasueño”. Demos libertad al teórico y digamos que en mi metasueño me encontraba frente a frente con un querido amigo de adolescencia y primera juventud muerto hace cuatro años. Hablamos algunas cosas que lamentablemente no recuerdo. De hecho, no recuerdo muchas cosas del sueño. Pero al despertar, permanecí unos minutos en la penumbra de mi cuarto tratando de descifrar el enigma y la sensación etérea que me dejó el sueño. Hoy quiero compartir con ustedes ese enigma en tanto que la sensación se desvanece con el paso del día y la rutina. Muchos se han preguntado si hay vida después de la muerte, pero esta mañana sentí la necesidad de saber si había muerte después de la muerte. Claro está, esta pregunta presupone la certeza de una vida ultraterrena. Ustedes qué creen ¿Acaso hay algún tipo de segunda muerte luego de morir en esta Tierra?

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