Por casualidad encontré este bello poema. Pertenece a un tolimense de esos cuyo nombre no recuerdo porque no figura entre los listables comerciales que ocupan las páginas literarias de este país. Su título es A la muerte de una costurera:
La hilandera que tejió en el telar de la lluvia
la costura de mis huesos,
y en las noches daba puntadas
al dolor de mis costado,
ya no enhebrará su hilo en nuestras vértebras:
dos pájaros azules la esperan
en las puertas de otro reino.
¿Entonces quién hará su oficio
ahora que la muerte es un domingo eterno?
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